El diamante perdido

Ya sabemos que la Fórmula 1 es un deporte caro, donde se invierte mucho dinero y cualquier avance requiere rascarse el bolsillo para poder ganar algo de tiempo en pista. Pero la Fórmula 1 también es un deporte que genera grandes audiencias a nivel mundial, con un promedio de 70,3 millones de espectadores en las televisiones de todo el mundo en cada carrera. Tanta expectación produce dos situaciones, entre otras cosas más, que suelen pasar allá donde hay mucho dinero y mucha gente. Una es que los patrocinadores están dispuestos a pagar grandes sumas de dinero por lucir su logo en los monoplazas y en los circuitos, y cuanto más visibles sean las marcas más grandes son los aportes económicos que hacen las empresas. Claros ejemplos son los de Malboro, que aportaba a Ferrari 100 millones de dólares al año, incluso en momentos en los que la publicidad del tabaco estaba prohibida, Oracle aporta 100 millones de dólares anuales a Red Bull, Vodafone aportaba a McLaren 75 millones de dólares cada año o Shell, que lleva muchos años patrocinando a Ferrari a cambio de unos 40 millones por temporada.

Pero la Fórmula 1 también atrae al glamour, con todo tipo de gente VIP paseándose por el paddock, visitando los boxes de los equipos y viendo las carreras desde lugares privilegiados, y disfrutando de actividades que no están al alcance de todos los aficionados. En cada gran premio se dejan ver en los circuitos cantantes, actores y actrices, deportistas, empresarios, políticos, jeques o gente de la realeza. Uno de los circuitos donde el lujo y el glamour es más evidente es Mónaco. Si ya de forma habitual se relaciona a Mónaco con gente adinerada, todavía se hace más palpable en eventos como a Fórmula 1. Gracias a estar en el mar Mediterráneo y tener un clima bastante agradable es habitual que el puerto se llene de yates de gente rica, e incluso se puede vivir la experiencia de alquilar un yate para el fin de semana del gran premio. Una vez que se está en Mónaco se pueden hacer otras actividades, además de estar en las embarcaciones, como ir al casino, ir a fiestas durante todo el fin de semana y toda clase de eventos exclusivos para que todos aquellos que quieran ir al principado a ver la Fórmula 1 en vivo puedan disfrutar de unos días inolvidables, pero hay que tener en cuenta que todo este placer es caro, se mueve mucho dinero y se calcula que la Fórmula 1 genera un impacto económico en Mónaco de unos 100 millones de euros en el fin de semana del gran premio.

Mika Hakkinen y David Coulthad con Carlos III, entonces príncipe de Wales.
Circuito de Mónaco.

Si al glamour y al lujo le añadimos que Mónaco es uno de los circuitos míticos del calendario de la Fórmula 1 nos da como resultado un ambiente que muy pocos eventos en el mundo del deporte son capaces de igualar. Por eso hay equipos y pilotos que cambian el diseño de sus monoplazas y de sus cascos para estar a la altura de la situación y tener algo especial para el momento. Aparte de todo esto, y gracias a la expectación que se genera en esta carrera hay patrocinadores que aprovechan la coyuntura para promocionar alguno de sus productos en concreto o que pagan por estar en esta carrera en particular, como es el caso de Louis Vuitton y TAG Heuer, que están presentes en cada edición de Mónaco, o los casos de Star Wars patrocinando a Red Bull en 2005, o el caso de Steinmetz, que participó en los diseños de los cascos de los pilotos de McLaren entre 2006 y 2011 poniéndoles diamantes. Además de otros cambios de decoraciones en monoplazas hay una anécdota relacionada con todo este tema del glamour y el lujo que rodea a Montecarlo.

La historia transcurre en el año 2004 y en aquel momento todavía no había nada que mostrase la crisis económica que vendría pocos años después, así que todo era opulencia y derroche. Además era el año del estreno de la película Ocean’s Twelve, la secuela de Ocean’s Eleven y protagonizada por George Clooney, Brad Pitt, Julia Roberts, Matt Damon o Catherine Zeta-Jones, entre otros, todos ellos son rostros muy conocidos de Hollywood, y la película tuvo un presupuesto de 110 millones de dólares y una recaudación de 362,9 millones de dólares. Cómo es habitual cuando se estrena una película se hace una promoción de ella, y al ser una película de Hollywood con grandes estrellas esta promoción se hizo a lo grande. El argumento de Ocean’s Eleven transcurre en un casino, y Ocean’s Twelve parte de ese punto para hacer su trama, así que pensaron que un buen sitio para hacer publicidad de la película sería Mónaco, ya que algo conocido que tiene el Principado es el casino. Con todo esto los productores se pusieron manos a la obra para hacer lucir la película.

Los protagonistas de Ocean’s Twelve con los pilotos de Jaguar.

Los productores querían estar presentes en la Fórmula 1, por eso negociaron con Jaguar para sponsorizar al equipo poniendo el logo de Ocean’s Twelve, y llegaron a un acuerdo para la carrera de Mónaco, pero este no iba a ser un sponsor cualquiera. También contactaron con Steinmetz para que diseñarse un par de diamantes y ponerlos en el morro de cada monoplaza. Una idea extravagante, además de cara, porque cada diamante tenía un valor de 300.000 dólares, siendo un riesgo ponerlos en unos vehículos que alcanzan los 300 kilómetros por hora en las calles de Montecarlo, y con el trazado rodeado de guardarraíles, así que cualquier cosa podía suceder, pero eso no importaba, lo realmente importante era hacer promoción de la película. Durante el gran premio los actores de Ocean’s Twelve se pasearon por las calles de Montecarlo, visitaron el box de Jaguar y se hicieron fotos con un diamante puesto en uno de los morros del monoplaza. Cómo es habitual en Mónaco los entrenamientos libres se hicieron el jueves y no el viernes, como el resto de grandes premios, ya que esta carrera se solía organizar haciéndola coincidir con la festividad de la ascensión, así que los monoplazas entraban en acción los jueves, los viernes el trazado se reabría al tráfico habitual, y los sábados y domingos volvía la Fórmula 1.

Los entrenos libres transcurrieron normal, como otro gran premio cualquiera, el sábado continuaba la normalidad a nivel deportivo, pero con la promoción de Ocean’s Twelve todavía activa. En la clasificación fue Jarno Trulli quien puso su Renault en la pole, Ralf Schumacher se llevó el segundo mejor tiempo, pero fue penalizado con 10 posiciones, así que quien ocupó la segunda plaza en la parrilla fue Jenson Button, Fernando Alonso tercero y Michael Schumacher cuarto. Los puestos logrados por los Jaguar fueron el duodécimo de Mark Webber y decimocuarto de Christian Klein. No eran las mejores posiciones, ni para sus intereses ni para la promoción de la película, pero Jaguar era un equipo de media parrilla, así que sus tiempos, aunque mejorables, estaban dentro de las capacidades del monoplaza, pero lo importante era el cómo iban a competir al día siguiente.

Por fin llega el domingo, momento en que los Jaguar tienen que hacer una buena actuación. La carrera comienza sin ningún tipo de incidentes, los primeros metros se desarrollan bien y los monoplazas van a toda velocidad por las calles de Mónaco. Es en esta primera vuelta cuando al llegar a la horquilla de Loews aparece el primer problema. Christian Klein iba en medio del pelotón y pierde el control del monoplaza, no es capaz de volver a tomar las riendas e impacta contra la barrera de neumáticos. El golpe no es fuerte, al contrario, ya que la velocidad es baja, y los daños no son muy elevados, pero Christian Klein no puede continuar. Sin embargo Mark Webber sigue en carrera, pero no por mucho tiempo, porque aguanta hasta la vuelta 11, momento en el que tiene problemas con la transmisión, así que se ve obligado a retirarse. Con esta situación parece que la estrategia de marketing de Ocean’s Twelve no fue buena, a las pocas vueltas ya estaban los dos coches fuera de carrera, pero ese día paso algo más, algo que a día de hoy sigue siendo un misterio.

Momento del accidente de Christian Klein.

En el accidente que tuvo Christian Klein durante la primera vuelta en la curva de Loews el monoplaza no podía quedarse en el medio del trazado, como es lógico, para no alterar la competición, así que el coche fue sacado del trazado y puesto en una zona segura, pero los empleados de Jaguar no pudieron acceder al vehículo hasta dos horas después, una vez finalizada la carrera. Una vez que el personal de Jaguar llegó al monoplaza vieron que el diamante que debía estar en el morro se había desprendido y ya no estaba en su posición. Comenzaron a buscarlo, ya que era muy valioso y además, de una manera incomprensible, no estaba asegurado. La búsqueda no dió sus frutos, no daban encontrado el diamante, por mucha dedicación que le pusieran en localizar el diamante no tenían éxito y nunca nadie lo encontró. ¿Acaso algún comisario de pista o alguien que pasaba por allí lo cogió y se lo llevó?. No se sabe, pero probablemente eso quedará en el misterio para siempre.

El Jaguar ya sin el diamante.

2 Comentarios

  1. aliava dice:

    El año 2004 es el año en el que Fernando Alonso intentando doblar a Ralf Schumacher se accidentó en el túnel porque éste se supone que no le había dejado pasar ¿no?
    Volviendo a la historia del diamante, seguro que se lo llevó algún comisario. Yo creo que esa es la teoría más plausible. Un listo

    Le gusta a 2 personas

    1. David R. dice:

      Sí, fue el mismo año, Alonso salio bien e iba segundo detrás de Trulli, sin el accidente iba a estar arriba, pero bueno, es lo que hay

      Le gusta a 2 personas

Deja un comentario