El rookie obstinado.

Hay momentos clave en una temporada que son capaces de decidir un campeonato, hechos que son determinantes en el camino hacia el título, sobretodo si son el final del año, donde un fallo puede llevar al traste todo el trabajo que un piloto ha hecho en toda la temporada. En el mundial de motociclismo de 1998, más concretamente en la categoría de 500cc, pasó algo que alteró la pelea que tenían tres pilotos para llevarse la corona de campeón. Estos tres pilotos eran el australiano Mick Doohan, el español Àlex Crivillé, ambos en el equipo del Repsol Honda, y el italiano Max Biaggi, del Malboro Team Kanemoto. Los tres competían sobre una Honda, que en aquel momento era la mejor moto sobre la pista, como se demostraría a lo largo del año, ya que todas las victorias, excepto una, fueron conseguidas por un piloto de Honda. Aunque un dominio tan abrumador de una moto sobre el resto puede parecer que va a restar emoción a la competición, en este caso no fue así, porque pasaron más cosas de las esperadas al principio del año.

Los antecedentes que hay que tener en cuenta eran los siguientes. Mick Doohan había ganado los últimos cuatro títulos de 500cc de forma consecutiva, era el gran dominador y no había tenido grandes problemas para demostrar que era el mejor año tras año, por lo tanto se esperaba que el australiano siguiese con su racha y fuese a por su quinto cetro de campeón. También se tenía las esperanzas en que Àlex Crivillé le pusiese las cosas difíciles a su compañero y le diese batalla, ya que había dado un buen nivel y ganado carreras en años anteriores, por lo que se confiaba en él para que diese un paso más y luchase a la par con Doohan para llevarse el título. En principio solo se pensaba en ellos dos para ser los aspirantes a ganar, pero se coló un piloto sorpresa en esta historia. Ese fue Max Biaggi, un novato en la categoría, pero que en los cuatro años anteriores había sido campeón de la cilindrada de 250cc, ya se sabía que no era un piloto cualquiera, pero ahora subía a la categoría reina y se enfrentaba a rivales más experimentados. El italiano llegaba con ganas, y así lo demostró al hacer un debut a lo grande en el Gran Premio de Japón, en el circuito de Suzuka, llevándose la victoria en su primera carrera de 500cc por delante de los pilotos japoneses Tadayuki Okada y Noriyuki Haga. Este día Àlex Crivillé fue cuarto y Mick Doohan se tuvo que retirar.

Max Biaggi justo después de ganar en Suzuka.

Max Biaggi había dado el primer golpe encima de la mesa, pero tendría que seguir con este nivel de competitividad si quería ser un pretendiente al título, y la verdad es que continuó yendo bien, subiendo al podio en las siguientes tres carreras, las de Malasia, España e Italia, con dos terceros puestos y un segundo. Pero Doohan y Crivillé no se iban a quedar atrás, ya que el australiano ganó dos carreras y el español una, y en la clasificación del mundial las cosas estaban apretadas, Max comandaba con 77 puntos, Mick era segundo con 70 y Àlex era tercero con 67, una diferencia escasa de puntos entre ellos, además de que nadie esperaba que fuese el novato quien estuviese al frente. Las carreras se sucedían, y ninguno lograba dominar sobre el resto, los tres conseguirían algún triunfo más, pero no lograban ser consistentes en los buenos resultados. Tras once grandes premios la situación seguía estando ajustada, Max Biaggi se mantenía líder del campeonato y plantándole cara a sus rivales, al sumar 189 puntos a su casillero, respecto a los 185 puntos de Mick Doohan, que era segundo, y los 178 puntos de Àlex Crivillé, tercero del mundial. Ninguno se rendía en su empeño de convertirse en campeón, pero seguía sorprendiendo que un novato como Biaggi le aguantarse el pulso a un 4 veces campeón del mundo como Doohan y también a Àlex Crivillé.

La duodécima prueba del campeonato era el Gran Premio de Cataluña, en el circuito de Montmeló. El mundial estaba emocionante y el final de temporada cada vez estaba más cerca, así que cualquier fallo podría tirar abajo todo el trabajo hecho hasta el momento. Cada uno quería cumplir con sus aspiraciones de lograr el título, así que no querían permitirse el lujo de distraerse e iban con todo para ganar. En la calificación del sábado fue Àlex Crivillé quien se llevó la pole con un tiempo de 1:45.583, por detrás quedaron Max Biaggi segundo, el brasileño Alex Barros tercero y Mick Doohan cuarto. Crivillé estaba ilusionado por salir primero delante de su afición y además tenía la oportunidad de ganar y conseguir un botín de puntos para acercarse al liderato del mundial, pero Max estaba empeñado en mantener el ritmo y no estaba dispuesto a dejarse vencer tan fácilmente. Sin embargo el sábado estaba recién terminado y lo importante llegaría al día siguiente con la carrera.

Ya el domingo, y como es habitual, primero fue la carrera de 125cc, ganada por el japonés Tomomi Manako, después vendría la prueba de 250cc, con Valentino Rossi como vencedor, y para el final estaba la categoría de 500cc, la carrera estelar del día. El clima era bueno, los pilotos se preparaban en sus posiciones de parrilla y la afición llenaba las gradas del circuito esperando la victoria de Crivillé. Poco a poco se acercaba el momento de la verdad y los pilotos se concentraban para dar lo mejor de sí. Se da la salida, Biaggi, Barros y Doohan salen mejor que Crivillé y le superan, pero el español se mantiene con ellos sin perder la distancia. Por detrás hay las peleas habituales entre pilotos para ganar posiciones. Al llegar a la primera curva el japonés Katsuaki Fujiwara, que partía decimoquinto, había hecho una salida muy buena y escalaba posiciones, pero al llegar a la primera curva toca la Honda de John Kocinski, se va al suelo y en la caída también se lleva consigo la Yamaha de Jean Michel Bayle. La caída no se iba a quedar ahí, ya que también se vio perjudicado Àlex Crivillé, que recibió el golpe de las otras motos y también se fue al suelo, perdiendo así sus opciones de victoria. El español hace un intento de continuar y levanta la moto, se reincorpora a la pista, pero la moto no está en condiciones y se ve obligado a ir a boxes y abandonar.

Momento de la caída.

La carrera continúa su curso, los pilotos buscan ganar posiciones y se entregan al máximo, hasta completar la primera vuelta. Alex Barros y Max Biaggi encabezan la prueba en el paso por línea de meta, pero Katsuaki Fujiwara y Jean Michel Bayle siguen en la grava de la primera curva, siendo atendidos por los comisarios de pista, y tanto Alex como Max ven a la gente moverse por la zona, pero tienen que continuar, así que Max adelanta a Alex en esta primera curva, abre un poco su trayectoria y ahora es Barros quien adelanta al italiano, pero ninguno de los dos se percata de que en esa zona hay banderas amarillas, haciendo que los adelantamientos queden totalmente prohibidos. La carrera sigue adelante, Biaggi y Barros mantienen su lucha por el liderato, mientras son perseguidos por Doohan, que no estaba muy lejos pero le costaba acercarse para luchar con ellos.

Biaggi y Barros llegando a la primera curva.

Los giros se sucedían, los líderes aguantaban el ritmo, hasta que llegó la vuelta 16. Cuando ya estaba consumida más de la mitad de la prueba, dirección de carrera tomó la decisión de sancionar tanto a Alex Barros como a Max Biaggi por ignorar las banderas amarillas y haberse adelantado mutuamente. El castigo fue un Stop & Go, los pilotos estaban obligados a parar 10 segundos en boxes y luego reincorporarse a la carrera, teniendo un margen de tres vueltas para cumplir el castigo. Barros aceptó esta decisión y entró en boxes para hacer el Stop & Go, sin embargo Max Biaggi se negó a obedecer y se mantuvo en pista sin cumplir la sanción. Pasaron las tres vueltas que el italiano tenía para entrar en boxes, pero al no hacerlo vio como le sacaban bandera negra descalificándolo de la carrera. Tercamente él continuó en pista a pesar de que oficialmente ya estaba fuera y su resultado no serviría para nada. Doohan, que estaba detrás de Biaggi, era conocedor de que ya estaba descalificado, así que se negó a competir contra él y se limitó a seguirle hasta el final. Pasaron las vueltas, y al llegar al definitivo paso por meta fue Biaggi quien vio primero la bandera a cuadros y comenzó a celebrarlo como si verdaderamente fuese el ganador. Pero la victoria en realidad era de Doohan, seguido por los japoneses Tadayuki Okada, de Honda, y Norick Abe, de Yamaha.

Max Biaggi recibiendo la bandera negra.

Max Biaggi explicó después de la carrera que vio a los comisarios moverse en la zona de la caída de Bayle y Fujiwara, pero que no vio las banderas amarillas. Barros explicó lo mismo, que vio a los comisarios correr de un lado para otro pero que tampoco vio las banderas. En aquella época los comisarios tenían chalecos de color amarillo, algo que ahora está prohibido, y podía resultar difícil distinguir las banderas amarillas cuando los chalecos eran del mismo color. Con los resultados oficiales de la carrera Doohan se puso al frente del campeonato con 210 puntos, robándole el liderato a Biaggi, que siendo el rookie había logrado estar primero la mayor parte del campeonato, pero ahora se veía relegado a la segunda plaza con sus 189 puntos, Crivillé se mantenía tercero con 182 puntos. Lo que vendría después ya es historia, quedaban tres grandes premios, en Australia, Argentina y Brasil, aunque este último se cayó del calendario por problemas económicos. El mundial todavía estaba abierto a cualquier posibilidad, pero Doohan encadenaría dos victorias más, asegurándose su quinto título, aunque Biaggi lograría ser subcampeón en su primer año en la categoría.

2 Comentarios

  1. aliava dice:

    No tengo el mismo conocimiento en motos que en F1 (aunque también es bastante escaso), pero Max Biaggi siempre me ha parecido un tipo peleón, pero ignorar una sanción me parece lamentable. Puede que no vieras las banderas, pero los comisarios decidieron sancionar a los dos. Se cumple y luego, si quieres, reclamas

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